Me
considero una entusiasta de la docencia, me gusta hacer las cosas
bien y que los alumnos puedan aprender de mi experiencia laboral. No
cabe duda de que nuestras emociones son nuestro
motor. El
otro día tuve un
exceso de emoción debido
mi cansancio mental que llevaba soportando hace unos días, para mi
es duro comprobar
que estas esforzándote y,
que
a pesar de todo, los alumnos lo
ignoran. Entiendo que los alumnos tienen también una
constante presión, se
les exige en constante competitividad ser los mejores y tener
un buen rendimiento académico.
Además
de los conocimientos técnicos, en nuestra escuela es prioritario
aprender a
convivir juntos muchas horas, respetándonos
mutuamente docentes
y alumnos.
Para
ese objetivo, es
necesario trabajar más en el aula la inteligencia emocional
para saber autog-estionarse.
De
hecho la autogestión es una especie de conversación interior
incesante, es el componente de la inteligencia emocional que impide
que seamos prisioneros de nuestros sentimientos o emociones, cuando
éstas tienden a impedirnos lograr nuestros propios objetivos.
Frecuentemente nosotros nos convertimos en nuestros peores enemigos.
Un
ambiente relajado hace que podamos convivir alumno-profesores en
armonía, donde el aprendizaje es más efectivo podemos intercambiar
información, pero para ello es necesario que el alumno y el
profesor/a este motivado, trasmitiendo entusiasmo. Si solo es el
profesional el que trabaja no es suficiente.
Por
último me gustaría contestar a esta pregunta: ¿Que puedo hacer
para mejorar esta situación?
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